Tara Fitzgerald, una norteamericana de 48 años, no pudo siquiera imaginar la delicada situación en la que estaba a punto de verse abocada, y todo por un pequeño desliz de carácter erótico. Esta ciudadana de la ciudad californiana de Sacramento había posado desnuda para su novio, almacenando las fotos en el ordenador de la casa, que compartía con su hijo de catorce años. Como quiera que Fitzgerald no era muy habilidosa con los ordenadores, y temerosa de que su hijo diera con estas comprometedoras fotos, decidió contactar con el fabricante del ordenador que poseían en casa.
Em este sentido, se puso en contacto con el call-center de Dell en Estados Unidos, que al igual que buena parte de los principales fabricantes en el Primer Mundo, habían confiado los servicios de atención al cliente a aquellos países donde la mano de obra es más barata. En este caso, nuestra afligida protagonista, sin saberlo, contactó con Riyaz Shaikh, un indio de 24 años que le atendió en perfecto inglés. La mujer proporcionó todo tipo de detalles al empleado de Dell situado en ultramar, otorgándole todo tipo de privilegios para que éste pudiera hacerse con el control remoto del ordenador. “Confié en él puesto que era un técnico de Dell”, afirmaría después Fitzgerald. Shaikh no tardó en localizar las fotos con un elevado componente sexual, y cuando parecía que el comprometedor asunto estaba solucionado, nuestra protagonista comenzó a recibir en su correo electrónico fotos de vínculos a páginas porno donde ella misma era la improvisada modelo.
Fitzgerald no tardó en dar de nuevo con el técnico de soporte de Dell a quien pidió explicaciones. El aludido esquivó el golpe argumentando que tal vez hubiera sido su novio, quien hubiera hecho públicas las comprometedoras fotos. Al tiempo, el técnico le propuso solucionar el incómodo asunto, pero, eso sí, necesitaría un portátil nuevo que Fitzgerald no dudó en comprar. Sin embargo, solucionado el problema de las fotos, la pesadilla no terminó para la de Sacramento, puesto que comenzó a recibir cargos en la tarjeta de crédito registrada en Dell. Visto el calibre del asunto al que se enfrentaba, decidió contactar directamente con responsables de la compañía en Estados Unidos. “Hemos investigado el asunto y podemos garantizar que esta persona no está ya atendiendo llamadas y seguimos en contacto con la señora Fitzgerald para proporcionarle la mejor solución”, declararon fuentes de la compañía norteamericana.
No parece que sean declaraciones tranquilizadoras para la afectada, habida cuenta que el técnico indio sigue en posesión de las fotos extraídas de su ordenador. El asunto reabre el debate sobre la responsabilidad de los fabricantes ante la actuación de los servicios de soporte subcontratados a terceros países. Mientras se dilucida el asunto, la polémica está servida en Estados Unidos. ¿Debe Dell hacerse cargo de los daños económicos y morales padecidos por la afectada?
Em este sentido, se puso en contacto con el call-center de Dell en Estados Unidos, que al igual que buena parte de los principales fabricantes en el Primer Mundo, habían confiado los servicios de atención al cliente a aquellos países donde la mano de obra es más barata. En este caso, nuestra afligida protagonista, sin saberlo, contactó con Riyaz Shaikh, un indio de 24 años que le atendió en perfecto inglés. La mujer proporcionó todo tipo de detalles al empleado de Dell situado en ultramar, otorgándole todo tipo de privilegios para que éste pudiera hacerse con el control remoto del ordenador. “Confié en él puesto que era un técnico de Dell”, afirmaría después Fitzgerald. Shaikh no tardó en localizar las fotos con un elevado componente sexual, y cuando parecía que el comprometedor asunto estaba solucionado, nuestra protagonista comenzó a recibir en su correo electrónico fotos de vínculos a páginas porno donde ella misma era la improvisada modelo.
Fitzgerald no tardó en dar de nuevo con el técnico de soporte de Dell a quien pidió explicaciones. El aludido esquivó el golpe argumentando que tal vez hubiera sido su novio, quien hubiera hecho públicas las comprometedoras fotos. Al tiempo, el técnico le propuso solucionar el incómodo asunto, pero, eso sí, necesitaría un portátil nuevo que Fitzgerald no dudó en comprar. Sin embargo, solucionado el problema de las fotos, la pesadilla no terminó para la de Sacramento, puesto que comenzó a recibir cargos en la tarjeta de crédito registrada en Dell. Visto el calibre del asunto al que se enfrentaba, decidió contactar directamente con responsables de la compañía en Estados Unidos. “Hemos investigado el asunto y podemos garantizar que esta persona no está ya atendiendo llamadas y seguimos en contacto con la señora Fitzgerald para proporcionarle la mejor solución”, declararon fuentes de la compañía norteamericana.
No parece que sean declaraciones tranquilizadoras para la afectada, habida cuenta que el técnico indio sigue en posesión de las fotos extraídas de su ordenador. El asunto reabre el debate sobre la responsabilidad de los fabricantes ante la actuación de los servicios de soporte subcontratados a terceros países. Mientras se dilucida el asunto, la polémica está servida en Estados Unidos. ¿Debe Dell hacerse cargo de los daños económicos y morales padecidos por la afectada?
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