“¿Quiere comprobar si soy humana, o si soy lesbiana, señor Deckard?”. En una sala llena de humo, el personaje interpretado por Harrison Ford interroga a Rachel para distinguir si es efectivamente un ser humano o por el contrario es una replicante, un robot con conciencia e inteligencia indistinguibles a primera vista de una persona real. Es una escena de la película Blade Runner, que ha hecho famoso el test de Turing entre el gran público.
Pero para los especialistas en programación y para todos los aficionados a la tecnología futurista y los conceptos relacionados con la inteligencia artificial, el test de Turing no necesita que nadie ni nada lo dé a conocer. Basada en el desafío expresado por el matemático Alan Turing es una de las pruebas tecnológicas que más expectación ha levantado con el paso de las décadas, y que nadie nunca había logrado superar… Algo que podría haber ocurrido recientemente.
Alan Turing propuso el test que lleva su nombre en el año 1950, en un artículo titulado Computing Machinery and Intelligence. En ese artículo se preguntaba "¿piensan las máquinas?", y sostenía que si una máquina se comportaba en todo como si fuese inteligente, entonces era inteligente.
Para determinar si una máquina era, por tanto, inteligente o no, propuso una prueba en la que un juez, humano, proponía una serie de preguntas en conversaciones de cinco minutos a dos pantallas distintas, una operada por una persona y la otra por un programa de ordenador. Teniendo en cuenta que a los dos les está permitido mentir, el juez (o el jurado, si son más de uno) tendrá que distinguir cuál es cuál, algo que le será imposible si ambos contendientes, humano y máquina, son lo suficientemente hábiles.
Eugene Gosstman, un niño de 13 años que no es un niño
Hasta ahora, ninguna máquina había logrado superar con éxito el test de Turing, y no será por falta de incentivos. En el año 1990 se puso en marcha el Premio Loebner, un concurso anual para intentar resolver la prueba expuesta por el científico británico cuatro décadas antes. Aunque se repartieron algunas condecoraciones menores, el gran bote, los 100.000 dólares que se llevaría aquel que lograse superar el test, han pasado estso 24 años sin dueño.
Eugene Goostman podría reclamarlos muy pronto. Eugene es un chico ucraniano de 13 años, al que le gusta comer hamburguesas y dulces, y cuyo padre trabaja como ginecólogo. O eso es al menos lo que logró hacer creer al 33% de los jueces en una competición en torno al test de Turing celebrada el pasado sábado en la Royal Society de Londres, coincidiendo con el 60 aniversario de la muerte del genio matemático. Puesto que Alan Turing estableció que el 30% de los jueces debían ser engañados como mínimo para dar por superada la prueba, Eugene Goostman puede reclamar el honor de haberlo conseguido.
Este software, creado en San Petesburgo por los programadores Vladimir Veselov, ruso, y Eugene Demchenk, ucraniano, en 2001 y se trata de un chatbot, un robot con el que conversar. De hecho, hay una versión online con la que cualquiera puede hablar. Eugene ya estuvo a las puertas de superar el test de Turing en 2012: en aquella ocasión, su porcentaje de persuasión se quedó en un 29% de los jueces. Aunque no logró superar la prueba, sus resultados impresionaron a los jueces, puesto que era lo más cerca que había estado nadie de superarla.
Pero, por qué habían elegido la personalidad de un chico de 13 años. ¿Si puedes crear cualquier mente, por qué conformarte con la de un estudiante de secundaria? La respuesta de Veselov era pura lógica: "Nuestra idea era que pudiese presumir de que lo sabe todo, pero a esa edad es perfectamente razonable que alguien no sepa muchas cosas". En una personalidad aún en formación, las posibles incoherencias son más verosímiles.
Para volver a presentarse a la prueba, y ganar, Veselov y Demchenk sometieron a Eugene a muchas mejoras. "Hemos pasado mucho tiempo desarrollando un personaje cuya personalidad fuese creíble. Este año nos hemos centrado en mejorar el control de diálogos, que hace que la conversación sea mucho más parecida a la que tienen dos personas que cuando hablas con un programa que simplemente responde preguntas". En sus planes está seguir mejorando: "queremos hacer a Eugene más listo, y seguir perfeccionando lo que llamamos la lógica de la conversación".